En el mundo del cuidado animal tenemos un dicho que advierte que “Si los meses con R ves asomar, abrigo has de dar” Nos sirve para recordarnos que de septiembre a abril, hemos de estar muy atentos a las temperaturas y su efecto sobre los animales pues ahora que los días se acortan, las hojas caen y el abrigo de invierno vuelve a salir del armario, los virus del resfriado y la gripe vuelven a hacer acto de presencia.
Toses, carraspeos y estornudos
Empieza con una leve picazón de garganta, los ojos se ponen llorosos y, antes de que te des cuenta, tienes los oídos tapados y la nariz congestionada. Como no tienes fiebre, realmente no estás enfermo y, en teoría, puedes ir a trabajar sin problemas… excepto que si trabajas con animales, puedes acabar infectando a un gran número de ellos (además de a compañeros).
Tener cuidado
Desde la pandemia de coronavirus, hemos aprendido muy bien cómo prevenir la transmisión de estos virus: toser en el codo, lavarse las manos frecuentemente y mantener una distancia de al menos un metro y medio, especialmente con las personas mayores y los niños pequeños. Pero en nuestro trabajo también debemos tener cuidado con los animales, especialmente con los primates.
El cuidado de nuestros parientes lejanos
Los monos son particularmente susceptibles a nuestros virus del resfriado y la gripe. Al fin y al cabo, somos parientes lejanos, así que además de compartir gran parte de nuestros genes, también compartimos la susceptibilidad a los mismos patógenos.
En los grupos de primates empieza con una tos, seguida de una tos áspera o un moqueo… y así vemos como uno de los macaco de Berbería tiene poco apetito y prefiere estar calentito junto a un miembro del grupo todo el día o uno de los chimpancés se esconde bajo una manta calentita y tampoco quiere comer. Mientras, la tos se propaga rápidamente por el edificio; algunos no presentan síntomas, otros presentan síntomas leves y algunos permanecen enfermos durante varios días.
Prevenir
Los analgésicos, la comida blanda para el dolor de garganta y un nido cálido suelen ayudar a los animales a recuperarse en pocos días. Algunos necesitan antibióticos si también han desarrollado una infección bacteriana. El mayor reto es tratar a los animales que no se mueven de su sitio ni comen. Pero prima la política de no contacto, así que con una pértiga con una pequeña bolsa, intentamos ofrecerles los medicamentos mezclados con alimento de los más apetecible (fruta dulce, un poco de pan con miel…). Se trata de dejar que se recuperen pues, al igual que nosotros, se recuperan en pocos días.
Pero ante todo, se trata de prevenir, antes que curar. Que también es mucho más sencillo. Si nuestros cuidadores y cuidadoras presentan síntomas de resfriado, usamos mascarilla y nos lavamos las manos frecuentemente. Y estornudamos en el codo. Esto es bueno para los animales, pero también para nuestros compañeros. Porque durante esos meses con una R, ¡todos queremos mantenernos sanos!
