Hoy es el Día Mundial del Circo… un día en que no olvidamos a todos los animales que aún hoy son explotados en lo que algunas personas definen como entretenimiento. Aunque la mayoría de Estados miembro de la UE han introducido limitaciones a las actuaciones de animales salvajes en circos, no todos lo han hecho… y España aún permite esta práctica cruel y sinsentido en algunas de sus Comunidades Autónomas.
Así nos encontramos casos como el de la elefanta Dumba, cuyos propietarios la tenían en una localidad catalana y a pesar de haber sido denunciados por tenerla en condiciones inadecuadas, sus propietarios consiguieron huir a Francia donde se les ha perdido la pista sin saber en qué estado se encuentra Dumba.
O el caso de la elefanta Buba, la última elefanta en Países Bajos en manos de una familia circense a los que se les permitió quedarse con ella en 2015, cuando se prohibió en aquel país el uso de animales salvajes en circos debido a que aún no había un santuario adecuado para ella. Su caso es sorprendente pues se le dio al Circo Freiwald un permiso temporal para que se la quedaran. A finales de 2020 llegó el momento de buscar un mejor destino para Buba y el consejo de expertos recomendó que la elefanta de 45 años fuera al santuario de Elephant Haven en Francia.
Desafortunadamente, los dueños de Buba se negaron a dejarla ir y alegaron en el parlamento de Países Bajos que socializar a Buba con otros elefantes sería prácticamente imposible ya que ella no había conocido otra familia que la del circo Freiward con la que lleva desde edad muy temprana y “Buba considera a la familia Freiwald su manada”.
La mayoría de la Cámara de Representantes resultó ser más sensible a las «lágrimas de elefante» de la familia circense que a los consejos de los expertos. Alegaban que llevar a Buba a un santuario supondría que esta muriera de tristeza y esto era impensable. Buba era familia, inseparable del circo… quien quisiera separarles, ya fueran animalistas o interesados en bienestar animal, era un criminal. Y así, se aprobó en Países Bajos que Buba se quedara con los Freiwald para siempre.
Poco más de un año después, la venda cae de los ojos… Buba ha sido rechazada por su amante familia debido al coste que supone cuidarla, vendida al turbio Kimba Elefánt Park en Hungría. Allí, la elefanta tiene que actuar en shows bajo el mando del artista circense René Casselly. Sigue actuando, víctima de la credulidad de unos pocos, que han permitido que siga sufriendo y continúe con la terrible vida de animal de circo.
Las historias de Dumba, de Buba, son ejemplos de lo que vale su vida en el circo. Ahora que más y más gente estamos a favor de tener circos sin animales, nos recuerdan que los animales en los circos son negocio, no familia. Y en este Día Mundial del Circo, y en los que vendrán, volvemos a abogar por un mundo sin animales salvajes en el circo hasta que ni uno más sufra esta terrible vida.