Las historias de coraje relacionadas con los profesionales de “los cuidados” nos han tocado el corazón durante el confinamiento (personal sanitario doblando turnos, trabajadores de residencias aislándose con sus mayores o limpiadores poniendo freno al virus). Desde AAP Primadomus queremos homenajear también a otro colectivo: los cuidadores de animales. El equipo de “Animal Care” nunca ha dejado de atender con esmero y precaución a los primates y felinos del centro de rescate y rehabilitación en Villena, Alicante. Bajo estrictas medidas de higiene y seguridad han provisto a los animales de comida, tratamientos veterinarios y enriquecimiento ambiental. Nota para profanos: el enriquecimiento es, para los animales en cautividad, como las series, el deporte online y las videollamadas para los humanos, en tiempos de cuarentena.
Dentro de unos años, algunas recordaremos nuestros días de aislamiento teletrabajando, haciendo yoga, viendo series o leyendo en nuestro pequeño piso. Sin embargo otras, como Jordina Reñe o Steph Doherty nunca olvidarán sus 2 meses confinadas, en el interior del único centro de rescate de mamíferos exóticos de España. Estas heroínas cotidianas estuvieron acompañadas durante semanas, de los rugidos de Elsa, Anthares o Reza antes de irse a dormir.
AAP Primadomus está a 8 km de Villena, a los pies de la sierra de Salinas. Llegar hasta allí solía ser fácil en las furgonetas que AAP tiene para el transporte de voluntarios, pero de repente, dio comienzo el estado de alarma y en la furgo solo podían viajar dos personas. No todos los trabajadores contaban con vehículo propio, por lo que la movilidad comenzó a ser un problema. ¿Qué hacer? Jordina lo tuvo claro: quería seguir cuidando a los primates. No tenía coche pero sí ganas de ayudar. Reconoce que estaba un poco preocupada por su familia en Barcelona y, como medio mundo, algo abrumada por la situación. Pero volver a su tierra para encerrarse entre cuatro paredes no le resultaba muy apetecible, por lo que decidió quedarse en el centro de rescate, así podría ser útil.
Las oficinas de AAP Animal Advocacy and Protection en España, están ubicadas a la entrada del centro, en una casa de campo que ha dado cobijo a 6 intrépidas cuidadoras: Noemi (Bélgica), María (Polonia), Steph (Inglaterra), Debbie (Escocia), Jenifer y Jordina (Cataluña). “Fue raro al principio pero luego, como todas nos conocíamos de antes nos amoldamos bien” explica Jordina, una asistente veterinaria que llegó como voluntaria a la Fundación AAP en septiembre del 2019. Su idea era irse en abril del 2020, pero el COVID-19 trastoco sus planes. No se arrepiente de haber vivido el confinamiento en el centro de rescate y rehabilitación “pudimos pasear por la montaña, acercarnos al observatorio de pájaros, cocinar juntas o hacer ejercicio en la terraza”. Reconoce que ha habido muy buen rollo y además, en un ambiente tan internacional ha mejorado mucho su inglés.
“Mis amigos me decían: ¿tú no te aburres, verdad? La verdad que no. Además de las especies exóticas hemos podido ver zorros, jabalíes, lagartos ocelados, serpientes, conejos, pájaros: muchos carboneros… Mis familiares de Barcelona lo han tenido peor, han estado inactivos. Para mí ha sido gratificante estar aquí dentro viviendo en la naturaleza. Si hubiera otro confinamiento que me pille trabajando con animales y si puede ser en AAP Primadomus, mejor”.
Steph, es una bióloga originaria de Sheffield (UK), que llegó en otoño del 2019 con idea de estar 9 meses. El confinamiento hizo que sus planes de vuelta se retrasaran solo unas semanas, pero la experiencia ha sido toda una aventura también para ella. Disfrutar de una primavera floreciente rodeada de animales exóticos dice que ha sido un regalo. “Entre encerrarme en un piso pequeño o venir aquí, desde luego que en Primadomus mucho mejor. Ahora he de volver a casa porque tengo responsabilidades, pero si hubiera una segunda ola me quedaría feliz”.
Y explica que “Los animales han estado bien atendidos. Tomamos muchas precauciones, pero como ya éramos muy cuidadosos antes del confinamiento, nuestras rutinas de trabajo no cambiaron tanto”. Sthep ha sido una de las privilegiadas que no ha sentido que estaba en mitad de una cuarentena mundial. Ahora ha llegado el momento de volver a la nueva normalidad, pero va a echar de menos a los animales, el sentido de comunidad entre compañeros, la conexión y los sonidos de la noche.